Río de Janeiro ha entrado de lleno en la contrarreloj para acoger la Copa del Mundo 2014 y los Juegos Olímpicos 2016. Más seguridad en las calles, ampliación y modernización de su red de transportes, trazado de nuevas vías que descongestionen y redistribuyan el denso tráfico, construcción y renovación de instalaciones deportivas, más y mejores hoteles… todo ello es rigurosamente necesario en una ciudad cuyas infraestructuras y servicios han brillado en las últimas décadas por su deficiencia. Pero las mejoras están llegando a la capital más turística de Brasil acompañadas de polémicas que incluyen presuntas violaciones de derechos humanos, según la ONU y Amnistía Internacional. El caso más emblemático es el de la favela de Metrô, en las inmediaciones del legendario estadio de Maracaná, que albergará las ceremonias estelares de los eventos deportivos.