Los negocios inmobiliarios cambian el mapa del delito en Río de Janeiro

German Alemanni

Rio de Janeiro, 06 de septiembre de  2011

Un experto carioca explica el entorno en que se mueven las tropas de las Unidades de Policía Pacificadora y las bandas del crimen organizado. Y cómo responden los medios y la clase media, que ahora sufre menos violencia.

El asesinato de la jueza Patricia Acioli bajo balas mafiosas y la multiplicación de casos que muestran el vínculo estrecho entre policía y crimen organizado, contrarían el discurso que muestra a Río más maravillosa que nunca y también el lugar que más inversiones atrae en el mundo. José Cláudio Souza Alves, sociólogo, pro rector de la Universidad Federal Rural de Río de Janeiro y autor de De los barones al exterminio: Una historia de la violencia en la Baixada Fluminense, habla de esta transformación urbana y económica que provocó en Río una “reconfiguración geopolítica del crimen organizado”.

–La oleada de inversiones, ¿trae más paz o más violencia?

–Más violencia, porque están dirigidas a espacios y clases sociales específicas. En Río, la avidez de los capitales va a áreas vinculadas al Mundial 2014 y las Olimpíadas 2016. Esta concentración de dinero y poder es la base de una violencia que se extiende a los municipios vecinos, que segrega y criminaliza a los más pobres. Esto se ve en los índices de homicidios, de robo y de tráfico de drogas.

–¿Cómo se inscriben en ese escenario las Unidades de Policía Pacificadora (UPP)?

–Las UPP son la gran plataforma de seguridad, pero ocultan innumerables cuestiones. Por ejemplo, fueron apostadas en 67 de las 1000 favelas de Río. Son áreas que recibirán inversiones urbanísticas multimillonarias o están en las cercanías. Pero no hay UPP en lugares controlados por grupos paramilitares. Bajó el crimen pero no desapareció. El tráfico de drogas y de armas, los homicidios, el control de los servicios urbanos y la “distribución” de tierras siguen ocurriendo, sólo que a partir de nuevos acuerdos entre esos grupos o las facciones y los mandos de las UPP. Tanto en los grupos de exterminio como en las milicias, siempre estuvo envuelto el aparato policial directa o indirectamente.

–¿Qué consecuencia tuvo eso en el mapa de la violencia?

–Provocó una reconfiguración geopolítica del crimen organizado. El crecimiento de las milicias, a veces aliadas a facciones como el Tercer Comando, acorralaron a otras facciones rivales, como el Comando Rojo, que hegemonizaba el tráfico de drogas y debió replegarse en áreas fuera del interés de las mega inversiones. La llamada “Guerra de Río” (la militarización de las favelas del Complexo do Alemão) es una pieza en este juego de ajedrez, cuyo tablero es una región donde viven diez millones de personas. La seguridad montada por el Estado –visto en clave gramsciana– tiene un brazo legal, las UPP, y uno ilegal, las milicias.

–¿Qué tipo de pacificación lograron las UPP en las favelas y en los barrios más acomodados?

–Es innegable que redujeron las confrontaciones armadas y el número de víctimas. La clase media ya no está expuesta a balas perdidas. El aparato de seguridad asumió todo el gerenciamiento de los negocios y se libró del desgaste de los conflictos armados. Los asesinatos ahora son selectivos. Impusieron una paz sin voz. Lo muestra la prohibición, no sin resistencia, de los bailes funk, que apunta al control cultural de las favelas. Mientras tanto, se revalorizan las propiedades de las clases medias y altas de la mano de la especulación inmobiliaria.

–¿Qué papel juegan los medios?

–Los serios elaboraron el conflicto huyendo del modelo miedo, sangre, represión. Los hegemónicos actuaron de modo reaccionario. La “Guerra de Río” fue una respuesta político-mediática muy bien articulada dentro de un ensayo previo al Mundial y las Olimpíadas para construir consenso masivo en torno al uso interno de fuerzas militares, la ocupación de favelas y la ejecución de enemigos. Montaron el simulacro “Río Maravilla” que encubre un “Río de Plomo”, lógica que termina fortaleciendo a los grupos de exterminio.

Fonte: Tiempo


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