Aferrarse a la tierra en Yakarta

Notícia disponível apenas em espanhol:

Miércoles, 4 de agosto

Salmah no está enterrada por gusto, esto no es como jugar con la arena
en la playa. No hay más que captar el resentimiento que transmite su mirada.
Y no es por culpa de los niños que la rodean, que ni la han sepultado,
ni se están riendo de su desgracia. Al contrario. Ellos la cuidan y custodian
para que su reivindicación no sea truncada.

A la asfixia de no poder moverse, tan sumergida en el fango, se le añaden
los 38 ºC que alcanza Yakarta en agosto. Los niños la dan de beber zumos
y agua, un bien que la mayor parte de la población sólo consigue de los
ríos, lagos y vendedores privados. Lo va a necesitar. Porque Salmah está
enterrada por decisión propia. No le ha quedado otra. 

Y parece que la causa es justa, por lo menos para los vecinos a los que
representa en este acto de protesta. Ella y otras cinco personas se han
atrevido a poner rostro a la desesperación de noventa habitantes de un
barrio de Yakarta a los que el Gobierno quiere desalojar con la excusa
de que sus casas fueron ilegalmente edificadas. 

Y en su lugar planea construir una oficina para los tribunales religiosos.
Unas cadenas para atarse serían demasiado caras, así que se han aferrado
a esa tierra sobre la que han vivido durante décadas. Lo que han podido
reciclar son los cartones de la basura, y así, con un grito mudo y más
de tres horas de entierro, han culpado al gobernador Fauzi Bowo y su adjunto,
Prijanto, de desalojar siempre a los pobres.

Fonte:

El Correo.

Miércoles, 4 de agosto

Salmah no está enterrada por gusto, esto no es como jugar con la arena
en la playa. No hay más que captar el resentimiento que transmite su mirada.
Y no es por culpa de los niños que la rodean, que ni la han sepultado,
ni se están riendo de su desgracia. Al contrario. Ellos la cuidan y custodian
para que su reivindicación no sea truncada.

A la asfixia de no poder moverse, tan sumergida en el fango, se le añaden
los 38 ºC que alcanza Yakarta en agosto. Los niños la dan de beber zumos
y agua, un bien que la mayor parte de la población sólo consigue de los
ríos, lagos y vendedores privados. Lo va a necesitar. Porque Salmah está
enterrada por decisión propia. No le ha quedado otra. 

Y parece que la causa es justa, por lo menos para los vecinos a los que
representa en este acto de protesta. Ella y otras cinco personas se han
atrevido a poner rostro a la desesperación de noventa habitantes de un
barrio de Yakarta a los que el Gobierno quiere desalojar con la excusa
de que sus casas fueron ilegalmente edificadas. 

Y en su lugar planea construir una oficina para los tribunales religiosos.
Unas cadenas para atarse serían demasiado caras, así que se han aferrado
a esa tierra sobre la que han vivido durante décadas. Lo que han podido
reciclar son los cartones de la basura, y así, con un grito mudo y más
de tres horas de entierro, han culpado al gobernador Fauzi Bowo y su adjunto,
Prijanto, de desalojar siempre a los pobres.

Fonte:

El Correo.

Deja una respuesta

Tu dirección de correo electrónico no será publicada. Los campos obligatorios están marcados con *