En Luján, Argentina, angustia por las inundaciones

02 de noviembre del 2012

La crecida del río Luján superó los 5 metros y el agua estuvo cerca de ingresar a la Basílica. Foto: LA NACION/Silvana Colombo

Hasta anoche había más de 120 evacuados por el municipio, pero una cifra mayor había abandonado sus hogares por propia voluntad; el agua que entró en la cripta de la Basílica estaba siendo desagotada mecánicamente

Gonzalo Benítez salió por la avenida Nuestra Señora de Luján hacia la rotonda de la ruta 7 con el agua hasta las rodillas, la bicicleta en sus manos y el pesar en el rostro. Volvía de su casa, en las inmediaciones de la Basílica, donde el agua arrasó con todo lo que había.

«No me queda nada. Se me arruinó todo lo que se te puede romper en una casa. Desde las paredes hasta los muebles, los electrodomésticos y la ropa», dijo Gonzalo.

«La sensación que tenés, cuando tu casa se llena de agua en tan sólo 15 minutos, es de una impotencia total, porque no podés hacer nada. Sentís lo mismo que en un incendio, porque perdés todo. Yo no sé quién me va a ayudar, pero no puedo recuperar todo lo que tenía sin ayuda», se lamentó.

El joven relató que cuando empezó la inundación trató de asegurar algunas cosas y se quedó un rato ahí para evitar robos, porque no quería dejar su casa sola. A la noche se fue a dormir a la casa de su mamá, y ayer volvió para controlar que no le faltara nada.

«No me puedo quedar a dormir porque el agua me llega hasta los hombros parado. A unos vecinos de atrás de la Basílica les robaron, en tres casas, así que tengo miedo de dejar mi casa sola», explicó el joven.

Gonzalo es una de las 300 personas autoevacuadas del municipio de Luján, pero también hubo otras 120 que fueron evacuadas y asistidas en refugios por la municipalidad.

Guillermo Bertoni, director de Políticas Sociales del municipio, dijo que había 32 evacuados en el Centro de Integración de San Fermín, 60 en el polideportivo municipal y otros 34 en la escuela de Olivera.

«El miércoles, cuando empezó la inundación, me tuve que llevar a mi mujer y a mis hijos a la casa de mi hermano, porque tenía miedo de que les pasara algo. Yo me quedé a cuidar para que no entren ladrones, con mi hermano y mi primo», dijo Franco Miguel, que también vive en las inmediaciones de la Basílica.

«Se me arruinaron un montón de cosas, el equipo de música, la heladera, muebles y la cocina. Espero poder recuperar algo», agregó frente a su casa.

«Estamos muy preocupados porque no sabemos cuándo va a bajar el agua y vamos a poder volver. Hace 25 años que vivo acá y es la primera vez que veo algo así», agregó.

Pero ayer, mientras muchos se lamentaban, algunos lujanenses se acercaron curiosos a sacar fotos de la Basílica con la avenida cubierta por el agua.

El párroco rector de la Basílica, José Gabriel Blanshud, aseguró que el desborde del río Luján «no afectó» a la iglesia y señaló que el agua que entró en la cripta «está siendo desagotada» sin comprometer el patrimonio religioso.

«Gracias a Dios el agua no afectó hasta ahora a la Basílica, y si bien anoche tuvimos bastante agua en la cripta, tenemos cinco bombas trabajando para desagotarla», puntualizó Blanshud.

Detrás de la iglesia, un grupo de niños, ajenos a los alcances de las inundaciones, disfrutaba chapoteando en el agua. Otro grupo de cuatro trepó las rejas del parque de juegos y se puso a jugar entre las máquinas y el agua.

Siguiendo el río, en la costanera, los carteles de los restaurantes apenas se asomaban sobre el agua, como para recordar que ahí abajo todavía existía una rivera con juegos y puestos de comida. Los comerciantes, resignados, intentaban rescatar lo que podían.

La mayoría de los lujanenses evocaron el recuerdo de la última vez que vieron la ciudad así, que fue en el año 85.

«La última vez que esto estuvo así fue en el 85. Me acuerdo que el agua llegaba más lejos todavía y cubrió los seis metros de altura. En el cementerio flotaban los cajones», recordó Mario Massi, de 53 años.

Agustín Felice, que trabaja en el restaurante de sus papás en la rivera, dijo: «Con cualquier llovizna sube mucho el nivel del agua. Los que están en la orilla ya están acostumbrados a sacar todo y salir corriendo».

«No entiendo cómo los gobernantes no se ocupan de hacer un dragado en el río Luján. Porque el desborde de hoy es por las lluvias en Suipacha y Chivilcoy, no es un problema sólo de acá. No creo que sea algo tan complicado», dijo el vecino de la Basílica Juan Oyhagaray.

La crecida del río, que anoche estaba en bajante, alcanzó un nivel de 5,12 metros, y aunque el agua entró en la cripta de la Basílica no comprometió el patrimonio religioso.

La inundación de 1985 llegó a los 6,40 metros de altura por sobre el espejo normal del río. Y entre otros antecedentes, en una crecida de 1967 se había registrado una altura de 5,85 metros.

Para socorrer a los vecinos que debieron dejar sus casas por el avance del agua, el municipio dispuso tres centros de evacuación en distintos puntos del distrito. «Si bien el río ha crecido mucho, creo que lo que hace falta es un trabajo completo de limpieza y dragado desde su origen hasta su desembocadura, porque es muy extraño que se dé este fenómeno y que el agua no baje más rápido», reflexionó el intendente, Oscar Luciani, y agregó que habría alrededor de 500 personas más damnificadas.

 

Fuente: La Nación

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