(Español) Construyendo oportunidades

(Español) 11 de octubre del 2012

por Magela Cabrera Arias

Desde 1986, la ONU-Hábitat, agencia de las Naciones Unidas especializada en la gestión y desarrollo integral del hábitat, conmemora el 1 de octubre como el Día Mundial del Hábitat. La evocación enfatiza la reflexión sobre el derecho a disfrutar de vivienda adecuada, acceso a servicios básicos, educación, justicia y seguridad en un marco de armonía con el entorno. El lema de 2012: “Cambiar las ciudades para construir oportunidades”, enfatiza la necesidad de planificar el desarrollo. Además, la campaña mundial: “Yo mejoro mi ciudad”, busca sensibilizar a los ciudadanos sobre los problemas urbanos, promueve la participación de todos e incita a practicar un desarrollo sostenible, a través del trabajo en varios ejes que vinculan atributos primordiales a las ciudades: resiliente, verde, segura, sana, inclusiva, planificada y productiva; y yo agrego culta y creativa. Veamos como está Panamá en relación a ellos.

Una ciudad resiliente y verde es aquella cuya gestión minimiza los desastres naturales, las consecuencias del cambio climático y que desarraiga actividades humanas que potencien tales peligros; verde, porque promueve el desarrollo sostenible, racionalizando la emisión de carbono y evitando la eliminación de bosques y manglares. En el año 2010, Panamá aprobó la Política Nacional de Gestión Integral de Riesgo; sin embargo, las actuales formas de urbanización incluyen la destrucción de los manglares y humedales –conocidos por ser las barreras naturales que evitan los riesgos de inundación y marejadas– en varias zonas de la bahía de Panamá. Igualmente, se permite la destrucción de la cubierta vegetal en las cuencas de los ríos Aguacate y otros, en Arraiján, para la construcción masiva de barriadas, agravando así las inundaciones.

La seguridad ciudadana es causa de gran preocupación en Panamá. El 53%, 19.3% y 8.2%, respectivamente, la califican como regular, mala y muy mala (Latino Barómetro 2010) como resultado, seguramente, de la tasa de 19.3 homicidios por cada 100 mil habitantes, registrada en 2011. El dengue es un enorme problema de salud al que se le une, recientemente, la tuberculosis, resultado de las miserables condiciones de hábitat.

La desigualdad se muestra en ciudades fragmentadas social y espacialmente. En Panamá los niveles de pobreza (32.7%) y pobreza extrema (14.4%), además del coeficiente de Gini (0.47), nos ubica entre los países de mayor desigualdad de la región latinoamericana. La segregación espacial y la inequidad en el ingreso han distorsionado el mercado y el espacio en el área metropolitana, concentrando altas inversiones en la zona central de la ciudad (corregimientos de Betania, San Francisco, Bella Vista, Parque Lefevre y Ancón; y segregado las barriadas populares de las periferias.

Ese crecimiento urbano sin planificación ha provocado rezagos en el suministro de vivienda, infraestructura y servicios básicos. Para 2011, el déficit habitacional llegaba a 136 mil 665 viviendas, concentrado en familias con ingresos mensuales menores a $300; a lo que se suma 566 asentamientos espontáneos y comunitarios. Según el censo de 2010, un 25.82% de los hogares deben quemar los desechos por ausencia del servicio de recolección; y apenas el 33.11% de hogares está conectado al alcantarillado. Solo en la ciudad de Panamá, 600 mil personas no reciben agua potable (en áreas del corregimiento de Tocumen solo la reciben tres veces a la semana).

La Unesco define como ciudad creativa aquella que fomenta el desarrollo social, apoyando y compartiendo conocimientos, saber hacer, experiencia, habilidades directivas y tecnología. El modelo de desarrollo de Panamá ha logrado un envidiable PIB per cápita de $13 mil 912 (año 2011) y un 4.5% de desempleo (el más bajo de la historia); no obstante, también provoca que el 41.1% de la población trabajadora –particularmente mujeres y jóvenes– ocupe empleos informales. Además, ha dejado de lado el apoyo a la cultura, a pesar de que esta desempeña una función de renovación urbana, promueve la inclusión social e incrementa el desarrollo socioeconómico. Hay una escasez de políticas públicas que creen infraestructuras y espacio público que propicien innovación, diversidad cultural y desarrollo artístico.

En cuanto a desafíos planteados por el ritmo de la urbanización en Panamá, cerca del 70% vive en áreas urbanas, y el 46.33%, en el área metropolitana; esto exige que se trabaje en alcanzar los atributos aquí mencionados para construir ciudades panameñas que sean motores de desarrollo humano sostenible y no solo sean de beneficio económico para unos pocos.

 

Fuente: La Prensa

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